Una conversación: Tecnología, Confort y Clima

Posted on 16/03/2011

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Philippe Ram: Entiendo la arquitectura no sólo como lo visible, sino como lo invisible. Intento extender la arquitectura entre lo infinitamente pequeño y lo inmensamente grande, entre lo fisiológico y lo meteorológico. El espacio viene a ser electromagnético, químico, sensorial, con dimensiones térmicas, olfativas y cutáneas donde podremos sumergirnos, habitándolo. Respiración, sudores, radiación térmica de nuestros cuerpos.

Las políticas de desarrollo sostenible son un factor determinante en la convulsión actual de las formas arquitectónicas. A priori, esta convulsión parece menos visible que la del hormigón armado a principios del s. XX o que la transformación, a finales de ese mismo siglo, de las técnicas proyectuales derivadas de las tecnologías informáticas porque no afecta a la estructura o al aspecto de los edificios, sino más bien a lo que no se ve, lo que solemos denominar “gestión energética del edifico”. La mayoría de las soluciones medioambientales están codificadas a través de distintas normativas (España por ejemplo CTE), cuyo objetivo es mejorar el confort y reducir el consumo de energías no renovables de forma compatible con un desarrollo sostenible. Estas certificaciones se basan en principios como: una envoltura estanca al aire, un aislamiento térmico excelente y una ventilación controlada. Se trata, por tanto, de aislar completamente los edificios impidiendo toda trasmisión térmica que no sea mediante ventilación mecánica con doble flujo y recuperación de calor. Este planteamiento produce una paradoja: el edificio más ecológico es el que está más aislado de su entorno (es autónomo respecto a él) y que regula todos sus intercambios con el medio natural. Para superar esta paradoja hay que ir más allá de las soluciones que suelen aportar las innovaciones tecnológicas, que se contentan con implementar las nuevas técnicas en las formas tradicionales. Lo que nos interesa es como un problema o una solución arquitectónica ha podido provocar modos de vida novedosos e imprevistos.

Anne Lacaton: El confort, desde el punto de vista de las normas, no es más que reglas y cifras, mientras que en realidad, se trata ante todo de una sensación.

Jean- Philippe Vassal: Un invernadero es confortable durante la mayor parte del año, incluyendo el invierno. Por ejemplo, el invernadero de la casa Latapie se utiliza mucho más tiempo de lo previsto, pero no todo el año. Esa casa funciona por combinaciones que dependen de lo que ocurra en el exterior: del calor, del sol, de la lluvia. Sus habitantes comprendieron desde el principio su funcionamiento térmico y dónde situarse en cada momento. Y no sólo según la temperatura. De noche, por ejemplo, no te apetece estar rodeado de oscuridad y probablemente prefieras estar en un volumen de dimensiones más reducidas.

En Niamey, donde yo vivía, las temperaturas alcanzan durante el día los 40-45 0C, mientras que por la noche se mantenían en torno a los 25-30 0C, seguían siendo calurosas. El hábitat tradicional es el chamizo. Su principio consiste en procurar sombra y dejar pasar el aire. Se vive mitad dentro mitad fuera. Más al norte, hace un poco más de calor durante el día pero por la noche las temperaturas pueden descender a 10-50C. Allí encontramos sistemas de viviendas que funcionan como radiadores, con muros de tierra seca que, calentados durante el día por el sol, devuelven durante la noche el calor acumulado.

Estas cosas nos permitieron comprender el funcionamiento de los invernaderos. No tiene nada que ver con los sistemas de calefacción que se utilizan para el hogar. El principio consiste en aprovechar las condiciones externas, domesticarlas, manejarlas y transformarlas. Es lo contrario de un ambiente que se aísla y defiende contra el exterior.

Javier García- German: Este movimiento de la arquitectura hacia el medio ambiente debe estar secundado por la introducción del ambiente en la arquitectura. Para ello resulta necesario revisar la relación entre estructura y clima (como ya adelantaba Reyner Banham) proyectando unas estructuras que limitadas a una mínima inversión de materia y energía, optimicen su comportamiento ambiental en términos energéticos. Esto reintroduce el proyecto en el debate en torno a la forma y su relación con el clima.

Reyner Banham: La sofisticación no es necesariamente el producto de una maquinaria altamente desarrollada, ni de una inversión de capital intensiva. Es más bien una forma de utilizar el equipo y los recursos disponibles con lucidez e inteligencia.

Los arquitectos modernos del estilo internacional albergaban la ambición de liberar a la humanidad de todos los inconvenientes de la construcción vernácula.  En su lugar, proponían el disfrute de los beneficios de la ciencia aplicada.

Lo vernáculo (en arquitectura, en el lenguaje o donde sea) son organismos de costumbres transmitidas culturalmente que pueden ejercer un dominio incontestable sobre las vidas de las comunidades que las practican.

Glenn Murcutt: Creo que mucha arquitectura se construye sobre la tierra y no con la tierra. Estoy atento al paisaje, al entorno natural de cada construcción. Tomo en cuenta la topografía, las tormentas, la flora, la fauna, la luz, la forma en que el viento mece los árboles, el clima, los recursos del agua, y trato de resolver la construcción con tecnologías sencillas, muchas veces trabajando con los materiales del lugar. También, como arquitectos, deberíamos observar cómo nos vestimos en los diferentes climas. Nos ponemos capas de ropa, más cuando está más frío y menos cuándo hace calor, y creo que nuestros edificios deberían responder igual a los climas donde están.

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Participación: obligatoria y valorada


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